Nada que Rectificar...

"No me escogiste a mí, sino que yo te escogí y comisioné para que vayas y des fruto, un fruto que perdure. Así el Padre les dará todo lo que le pidas en mi nombre." Juan !5:16

Recuerdo vividamente aquel dia cuando el llamado fue tan fuerte que apenas me podia sostener en pie, Dios grababa estas palabras en mi corazon. Fue un 24 de agosto de 1997, al regresar a mi casa, exhausta, como con 3 noches sin dormir, hablando mas por susurros que a voz audible, abrazando a mi abuela, sentada en las piernas de mi mami, le dije SI al llamado que me hacia el Señor, y que a pesar de que no entendia, ni sabia como, pero El seria el dueño de mi futuro y de mis dias. Lo unico que sabia, era, que como David, para mi un dia en sus atrios seria mejor, que mil fuera de ellos.

Recuerdo que desde muy pequeña, le decia a mis amiguitos en la escuela dominical, que serviria a Dios. Lo que no sabia era que Dios si lo tenia en sus planes, incluso en los momentos en que la duda era mayor que cualquier visible y remota posibilidad de que Dios me podria usar y que tuviese propositos conmigo. De ahi en adelante, segui haciendo pininos y aprendiendo el camino, hasta El 31 de Mayo de 2008, cuando oficialmente renunciaba a mi empleo y el desarrollo de mi carrera profesional para servir en el ministerio a tiempo completo. Cuanta emocion!!! me recuerdo desesperada por salir de aquella oficina, tomando un autobus a encontrarme con otros en un viaje de misiones...sin importarme nada mas. No pensaba en como pagaria las facturas de cada mes, ni como sobreviviriamos mi familia y yo, como me decia mi mama, solo queria llegar a cotui, y disfrutar en lo que Dios haria ahora.

Los pasados años estuvieron llenos de compromisos y responsabilidades. El teléfono sonó incesantemente y fueron buenos tiempos, hasta que en medio del dolor y sintiendo la urgencia de pasar tiempo en quietud con Dios, de sentar shivah, llorar mis perdidas y dejarme consolar, podar, sanar y recargar la vision para mi llamado entre al taller.

Ahora despues de un largo tiempo, estoy en casa - en oportunidades deseaba que me necesitasen aun para orar, enseñar, escribir, aconsejar... lo que sea...

Un dia pregunte Señor ¿Para esto renuncie a mi empleo? ¿Te malentendi? Me precipite ?

Entonces, ¿por qué esta ansiedad? ¡Oh Dios sana este dolor dentro de mi! Me sentí sin valor, inútil, una falla. ¿Qué hice mal?

El maestro interrumpiendo mis pensamientos, me mostraba una espléndida vid que extendía sus ramas bajo el sol de Israel. Sus largas ramas, pesadas con muchos frutos, descansada en rocas, a pulgadas sobre la tierra.

Soy rama de la mejor vid, pensé para mí. ¡A través de la cruz, estoy unida a Jesucristo mismo!

El es toda la vid: Raíz, savia, ramas, hojas y frutos - ¡Todo! Cada parte es de El. Separado de la Vid, las partes morirían, pues solo su vida da la fuerza y la sustancia. Ya que soy parte de esta maravillosa, y eterna vid, la savia - Su sangre que limpia y da Vida Espiritual - fluye a través de cada célula mía, lavándome, sanándome, nutriéndome y construyéndome.

La cosecha viene y va. Cada nueva temporada trae cambios. El año pasado, mi fruto fue tomado y mis hojas murieron, dejando las ramas vacías, secas y sin vida. Por lo menos, así parecía. Peor aun, el viñador, arrancó mis largas ramas - aquellas que parecían mas prometedoras y producían las uvas mas dulces. ¡Oh! ¡Cuánto dolió! Solo unas pocas ramas quedaron. Me sentí quebrada, fea e inútil. No hace mucho me sentía tan productiva y competente; ahora soy reducida a inadecuación total. ¿Qué paso?

El viñador sabe. Si hubiese dejado aquellas largas ramas hubieran producido hermosas hojas en abundancia - peor, poco o ningún fruto para la gloria de la Viña. Mientras más profundamente cortaba, mas dependía únicamente de la vid. Estando pelada, volví mi corazón a El, mi única fuente de fuerza, delicia y fertilidad y sustento.

La Vid sintió el dolor de la siega en mi; pues lo que me cortan, lo cortan a EL también. Juntos, nos duele, lloramos, sanamos y crecemos. Entonces El, amorosamente guía mi mente hacia un propósito común. En y con El, nos preparamos para producir buenos frutos - No hermoso follaje y eso ahora me hace feliz.

Como siempre la dulce respuesta de Dios calma toda ansiedad y echa fuera toda duda, y me encuentro sin nada que rectificar, porque nunca he renunciado a mi llamado- confieso que me he cuestionado y he dudado- pero nunca he vuelto atras, apegandome con mas fuerzas a la vid y a pesar de que no se lo que traera para mi el mañana, ni desde donde le servire ahora, Otra vez, descanso en la vid, confiada que Su vida fluyendo a través de mí, dará nuevos frutos, mucho mas frutos...creo que El me ha mostrado acerca de El y rendirme a El. ¡Su vida nunca falla! sus propositos tampoco!